MARISCALES


A veces, durante las comidas, surgen pequeñas historias de grandes personalidades y no precisamente en el talle. Mi amigo Manolo era grande a lo ancho, bonachón como un gnomo y más salido que un rabo de un cazo, a pesar de ser testigo de jehová (religión arta puritana).
Corría el verano de finales del siglo veinte, de un año cuyo nombre como mencionó Cervantes ''no quiero acordarme''. 1998, fecha en que una lesión de rodilla que me tuvo casi un año en el dique seco y casi seis meses internado en una clínica de rehabilitación.
Concurríamos siete personas en la mesa, cada uno de su padre y de su madre, un gallego, un extremeño de Cáceres, un portugués, un asturiano, dos madrileñas, mi amigo Manolo y yo. La comida era opcional, podías elegir, y entre el menú, surgió un nombre raro ''Mariscales''.

- ¡Paco! dijo el gallego. A tí que te gusta probarlo todo, pídetelo y ya si eso pedimos nosotros.

Dicho y hecho, puede que fuese una exquisitez, mas yo no he probado cosa más mala en mi vida.

- ¡Esta bueno de cojones! dije atacando mis viandas con gran avidez. 

Pensando para mis adentros, aquí va a picar más de uno, aunque ya me daba por contento que fuese el gallego. Picó el gallego y dos más.

- ¡Qué pedazo de cabrón! exclamó el gallego.

Qué satisfacción la mía, aunque ya lo llevaba yo claro si pensaba salirme de rositas durante el paseo de la tarde.
Mi amigo Manolo cumplía los dogmas de fe de la religión más exigente. No fumaba, no bebía, ayudaba al prójimo, cumplía a rajatabla los preceptos capitales de la Santa Madre Iglesia, si exceptuamos la lujuria y por supuesto la gula. Manolo comía por catorce (se nota que el séptimo de la mesa soy yo, un andaluz) y ese día, ¡estaba más afilado que una lima del ocho! que digo del ocho, ¡del diez!.
A mi amigo Manolo lo habían puesto a dieta porque tenía una lesión de talones y le convenía perder peso a pasos agigantados, por lo cual, pasaba más hambre que los perrillos de ídem etc.

- Tú, Isidro ¿te vas a comer ese pan?, tú Paco dame el plato, ñam ñam rebañando y para adentro. Tú, gallego, dame esa carne que sé que no te la vas a comer.

No pedía, aquello no era elocuencia, era rabia homicida casi antropofagia. Mi amiga Ana, asustada, tapaba con el codo su plato para que no lo asaltase y se quedase ella a dos velas. Por debajo de cuerda, le pusimos ''el contenedor'' porque allí no sobraba nada. Ya durante el paseo de la tarde, se lamentaba de que pese a la dieta, no perdía ni un gramo. 
A lo que el gallego le contesto, no sin cierta ironía: es incomprensible que llevando no una sino siete dietas, no consigas perder peso.
A todo esto, pasamos al lado de un olivo de raza gordal que tenía las aceitunas gordas como ciruelas y negras como el azabache. El portugués cogió una y aparentemente, la metió en su boca e hizo como si se la comiera.

- ¡Doce como mel! 

Ahí queda eso, ¡a ver quién pica! pues no fue mi amigo Manolo, picó Alfonso un asturiano que perdió el antebrazo derecho y estaba probando un prototipo mecánico.

- ¡Cabrón!, ¡hijo de puta!, ¡perro judío!.

Me reservo el resto de los improperios para no herir la sensibilidad de los lectores.
A parte de esto, mi amigo es un alma generosa, acompaña a Juan un encofrador parapléjico que estaba deprimido. Me llamaba para ver a Antonio y darle ánimos si se le puede dar ánimos a alguien que lo ha perdido todo del cuello para abajo. O jugar al ajedrez con Sergio, un ingeniero de veintitantos años al que un caballo se le atravesó una noche en la carretera, quitandole el coche, el habla, la mayor parte de la movilidad, el trabajo, la novia... aunque no iba en el coche y toda su vida anterior.


Más relatos en el blog Ceci

Comentarios

  1. Muy interesante vuestro relato. Felicidades.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Pues sí, mi sencibilidad la has herido. ¿Todavía hay en España alguien tan antisemita que utilice un insulto tan hiriente como "perro judío"?. Por lo demás el relato es agradable, sacado lo del año 1998 y tu amigo Testigo de J." todo un personaje.

    Buen fin de semana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Disculpa por la referencia son ocurrencias del momento, por su puesto no suscribo el dicho, no volverá a pasar.

      Eliminar
  4. La variedad de elementos, procedencias y religiones hace que una comida sea un campo de juego, donde seguro se acaba por entender que somos más parecidos de lo que nos quieren hacer creer

    Un saludo y feliz finde

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es nuestro primer relato y lo hemos echo lo mejor posible, ya iremos publicando mas cosas. Agradecemos el alago.

      Eliminar
  5. Un manojo de personajes tan variopinto como caricaturesco, a quien no le falta un brazo le sobra ancho y a todos se les cuela un ácido y chocante sentido del humor, aun para los motes, que como bien remarca Myriam, no se privan de agredir. Interesante relato. Saludos jueveros

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En esto somos nuevos, ya iremos puliendo los fallos, para no herir la sensibilidad. Un saludo.

      Eliminar
  6. Muchas veces un buen plato (o uno muy malo) puede servir de ancla en nuestra memoria para las mejores anécdotas. Buen ritmo en la narración.
    Un gusto pasar a leerte.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos alegramos de que te guste nuestro primer relato, ya que nos da ánimos para escribir mas. Un saludo.

      Eliminar
  7. Anecdotas como las que se cuentan por acá, cuando se juntan un grupo de adultos que quieren recordar y repetir las bromas de cuando iban a la escuela secundaria. Generalmente en esos casos las que quedan descolocadas son las consortes....y al final, bajo todo ese espíritu de chanzas aparecen las historias subterraneas de tragedias grandes y chicas a las que parece has descabezado con un corte de relato antes de que asomaran. Divertida y jocosa esta pieza contumbrista, de personas simples y buenas como cualquiera estimo. Agil y bien narrado!
    Gracias por tu participación en este espacio. Esperamos contarte en otras oportunidades
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos alegramos de que opines así, de este nuestro primer relato, ya que nos dará pie a seguir escribiendo. Si no historias reales como esta nos las inventamos. Un saludo.

      Eliminar
  8. Muy interesante tu texto , es como estar allí entre amigos , en esa sala donde cada uno cuenta sus penas pero con buen apetito saben mejor ..espero seguir leyendo historias ya sean de verdad o inventadas ..Un abrazo y felicidades.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nos alegra de que te guste, es nuestro primer relato y seguiremos escribiendo más. Un saludo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El último tren

RECUERDOS DE UNA VIDA ANTERIOR

UNICORNIO