RECUERDOS DE UNA VIDA ANTERIOR
A veces, rememoro el pasado como si fuese otra vida. Recuerdos suspendidos en el tiempo, tardes de luminosas puestas de sol donde los atardeceres rojos, ardían en la vorágine de un tiempo de sueños nuevos, de juventud desbordada y adolescencia suicida. Hoy, sólo queda tanto un puñado de postales como fotos perdidas en polvorientos estantes y oscuros cajones olvidados. Grandes edificios de cristal que tocaban el cielo, paseos por la playa buscando conchas, una puesta de sol dibujada en el mar como un río de fuego o pompas de jabón que, como la mayoría de los sueños, tiemblan y se rompen antes de alcanzar su cielo. Hoy, recuerdo a un amigo que fue mi compañero en la adolescencia. Él era comprometido como yo, en una búsqueda que sólo puede ser entendida no como una posesión de los elementos que nos rodean sino más bien como una contemplación. Es decir, una visión fluida como un rio o estática como un lago lleno de quietud y calma. Con las alas de la brisa de un